La dureza es un concepto muy relativo pero no por ello poco
usado en las obras. Quién no ha oído la frase “esta roca es dura como el
hormigón”.
En este artículo podría hablar de resistencia a compresión
simple, de la escala de dureza de mohs, el martillo de Schmidt o cualquier
metodología más o menos objetiva para medir la “dureza” de una roca, aspecto
éste que, si lo pensáis, es más bien intranscendente ya que lo que nos suele
preocupar son preguntas mucho más mundanas como pudieran ser:
Que rendimientos de excavación obtendré.
Que esfuerzo debe soportar el sostenimiento de mi túnel.
Se mantendrá estable el frente de talud que tengo previsto.
Y un largo etcccccccc.
Pues no, no voy a responder a estas preguntas, aunque abajo
os dejaré un enlace a un libro que sí responde a muchas de ellas.
En este artículo me conformaré con mostraros que la mayoría
de las rocas son más “duras”, de hecho mucho más, que el hormigón y para ello
os dejo la tabla de abajo donde se pueden ver resultados típicos de ensayos de
rotura simple sobre diferentes tipologías de roca sana.